El milagro empieza cuando sé de tu existencia,
Ni más ni menos que un sueño, que estila belleza.
Mirando con esperanza el futuro, ansiando tocar tu mano,
Decirte te amo al oído, y sentir tan mío tu abrazo.
Incómoda, en una mesa de metal y con las piernas abiertas,
Más escuchar que no uno, sino dos vidas mi vientre lleva.
¿Qué hace una, si no es celebrar la noticia?
¿Qué hace una, cuando la plegaria no ha sido ficticia?
Una noche, más no una noche cualquiera,
18 de Junio, tres meses festeja,
un dolor, que leve comienza,
un dolor que a un infierno, abre las puertas.
A un mar rojo, la situación asemeja,
Con un dolor más intenso, que aquel que al agonizante aqueja.
Sangre que duele, por lo que representa,
Sangre que rompe, eternas promesas.
Nada más vacío, que unos zapatitos nunca usados,
Nada más triste, que un sueño pausado.
Odio y despecho, se toman la mano,
Frente a mi miedo, frente a mi fracaso.
Más si unas líneas, les he de dedicar,
En mi corazón presentes eternamente han de estar.
Como estrellas que van, fugaces en el cielo,
Así yo las veo, inspirando mi siguiente momento.
Algún día, más allá del tiempo y del espacio,
reunidos seremos, en un tan anhelado encuentro.
Sus pequeñas manos acariciará por fin mi alma,
Y mientras ese momento se revela en la existencia,
De ustedes es, cada respiro, cada segundo de mi vida entera.